Lollo Sáinz, el técnico madridista, dio en su momento su visto bueno: «Hay que recordar que fichamos,hace años a su compatriota Delibasic, un jugador que nos había hecho bastante daño en competiciones europeas y que caía mal en Madrid y luego fue una persona que se integró perfectamente en la plantilla». Una nómina de lujo dentro de la historia de un equipo al que, después de veinte años Pep Cargol se dispone a recibir en uno de los últimos escenarios que le vio vestir de blanco. Probablemente, de todos los títulos conquistados por Cargol en el Real Madrid, esa Copa de Europa sea el de más pedigrí. Sergio Llull, jugador del Real Madrid de Baloncesto. Te podría decir que estuve muy contento de ir para allá, pero la realidad es que preferiría haber ido al FC Barcelona o al Real Madrid, que es donde creía que iba a ir. No teníamos por qué haber perdido.
Ojalá lo pudiera haber cambiado. Hace un tiempo estaba harto de todo y dejé de tomarlas durante un año y medio. Zoco fue un gran capitán, un medio de contención que a veces jugó de central, y siempre cumplía con su elegancia a la hora de jugar el balón y con su gran corpulencia. Como jugador, si vas dos veces en un deporte colectivo, has tenido mucha suerte. Primero, porque para hacer deporte en un club tienes que pagar. También era de Pamplona el delantero de los años 30 Jaime Lazcano, que superó a Gaspar Rubio como máximo goleador histórico del club hasta que fue sobrepasado posteriormente por Luis Regueiro. Al parecer, la federación acordó con,él ofrecerle un permiso especial para cuatro años a pesar de que la normativa deportiva impide a todo jugador meno de 27 jugar en el extranjero Esta salvedad se hará con todo aquel jugador yugoslavo que sea incluido en los drafts (lista de elegidos) de la NBA. Lo fascinante para mí fue que ese verano fue el que más crecí en mi vida y volví del campamento con cinco o seis centímetros más. No como un concepto deportivo, sino como una vida basada en el balón.
Yo, que nunca en la vida había tenido ningún problema de salud, tuve que aceptar que eso me había pasado a mí y tuve que dejar de hacer deporte. ¿Tus padres cómo llevaron que dejaras los estudios por el deporte? Por eso meten presión a la persona que está introduciendo a su hijo en el deporte. Los años 89, 90 y 91, en los que fuimos los mejores, en realidad eran la introducción a la época dorada que no llegó. De todas formas, no esperé mucho para casarme, lo hice con veinte años. No sabía que me llevaron por su iniciativa, de lo que se entera un hombre después de veinte años… En esa época la conexión de todos los yugoslavos con ese hombre era muy estrecha, porque además todo funcionaba muy bien, o al menos lo parecía. Al menos volví con una estupenda amistad con Gregg, que dura a día de hoy. Luego, cuando te acercas al final de tu carrera, te meten más dentro porque pesas más y eres menos ágil. En Podgorica había que ser avant-garde muy seriamente para hacer eso.
Daban por hecho que el oro iba a ser suyo, tenían a todo el estadio de su parte, estaban como en casa, porque nosotros habíamos eliminado a Grecia, se pensaban que éramos los del 87 y no contaron con que para nosotros también era muy importante conseguir ese triunfo después de todas las injusticias que nos habían pasado. Pese a toda la tradición de baloncesto que tenía ese pabellón, las condiciones eran horribles. Se convirtió en una pequeña tradición. Para esa época eso fue una innovación muy grande. Para alguien normal es impensable que eso se les ocurra espontáneamente a los jugadores. Se los guardaba. Pero no creo que nadie de aquellos jugadores pensase en esos términos. Sin problemas. Y no perdimos con nadie que fuese peor que nosotros. Si hay cuatro equipos muy buenos, lo que marca la diferencia puede estar fuera de la cancha. Eso crea una atmósfera que no es agradable, es incluso conflictiva. Eso lo hemos perdido. De hecho, por eso fuimos más conocidos por los deportes colectivos que por los individuales.
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